La mujer sufrió ocho puñaladas y antes de ser asesinada posiblemente fue abusada sexualmente, además, el crimen dejó una familia destrozada.
ÁNGEL MIGUEL PÉREZ MARTÍNEZ.
Katy María Morales Martínez, una mujer de 40 años, madre de tres hijos —dos de ellos menores de edad—, salió de su lugar de trabajo en una finca en Piedras Blancas, corregimiento de Sampués, al mediodía del pasado jueves. No dijo a dónde iba. No dijo con quién se vería. Y jamás regresó.
Su cuerpo sin vida fue hallado horas después, en una zona despoblada de la Variante Oriental, cerca al ingreso al corregimiento Las Palmas, en Sincelejo. La escena del crimen fue brutal: Katy tenía ocho heridas de arma blanca repartidas entre el abdomen, la espalda y el cuello. Pero eso no fue todo.

Katy Morales, asesinada con brutalidad, posiblemente fue víctima de abuso sexual.
Este medio conoció que en el lugar también fueron hallados cuatro preservativos usados y once sobres más de condones sin utilizar. Un hallazgo que encendió todas las alarmas de los investigadores, quienes manejan la hipótesis de un posible abuso sexual antes del asesinato.
El cuerpo fue trasladado a Medicina Legal, donde se practicaron exámenes especializados en las partes íntimas de Katy para determinar si hubo violencia sexual. Los resultados, aún pendientes, serán clave para orientar el rumbo de la investigación.
Aunque en un principio las autoridades trataron el hecho como un feminicidio, en las últimas horas han surgido detalles que podrían abrir nuevas líneas de investigación. Por ahora, no se descarta ninguna hipótesis.
La comunidad de Sampués, donde Katy vivía y trabajaba, aún no se repone del impacto. Vecinos, familiares y conocidos la recuerdan como una mujer trabajadora, dedicada a sus hijos, y claman justicia por lo que llaman un crimen atroz y cobarde.
Mientras tanto, el silencio se impone en la finca donde cocinaba cada día y en su hogar, donde tres hijos preguntan por una madre que no volverá. La justicia tiene la palabra.