La muerte de la madre de Guillermo Celis, jugador del Junior de Barranquilla, sacude al fútbol colombiano.
ÁNGEL MIGUEL PÉREZ MARTÍNEZ.
La muerte de la madre biológica de Guillermo Celis cayó sobre la noche del jueves 4 de diciembre como un golpe seco en el departamento de Córdoba.
Según testigos, fue una escena suspendida entre faros, prisa y fatalidad. Sucedió en la Ye, punto donde la carretera se bifurca y la vida debió seguir su curso, pero no.
Sandra María Álvarez Méndez intentó bajar sin problemas de un vehículo, pero un motociclista no alcanzó a frenar. El impacto rompió el silencio y cambió la historia de una familia.
Los vecinos del sector comentaron el momento durante toda la madrugada. Eran cerca de las 8:30 p. m. cuando Sandra quedó tendida en el asfalto. La auxiliaron rápido. La subieron a un carro. La llevaron al Hospital San Juan.
Sin embargo, las lesiones fueron demasiadas. Minutos después, la mujer de 59 años dejó este mundo sin posibilidad de despedida.
Sandra vivía en el barrio El Corocito, en Sahagún, y trabajaba en un restaurante. Su rutina diaria nunca daba señales de un final tan abrupto. Mucho menos para su hijo.
Celis esa misma noche corría en la cancha con la adrenalina de un triunfo. Junior de Barranquilla vencía 2-1 a América de Cali. El pitazo final le dio respiro al equipo, pero fuera del estadio lo esperaba la noticia más dura.
El deportista recibió el aviso de la tragedia cuando abandonó el camerino. Su rostro cambió. No hubo palabras, solo un silencio que pesaba más que cualquier derrota.
Tampoco pudo asistir al sepelio. Estaba programado para el 6 de diciembre, pero lo adelantaron un día por los cierres viales en la población. La despedida ocurrió sin él.
En redes, el volante escribió un mensaje que removió fibras. Agradeció a su madre por haberlo traído al mundo. Le reconoció valentía. Le deseó abrazo divino. No hubo reproche en esa carta íntima que circuló entre seguidores y amigos. Apenas fe, memoria y un dolor escrito desde el corazón.
La Policía investiga las causas del accidente y recoge versiones de los testigos. En Sahagún, la gente comentaba lo ocurrido en voz baja, como si el viento pudiera llevarse cada detalle.
La muerte de la madre de Guillermo Celis quedó marcada en la región como un recordatorio de lo frágil que es todo en la carretera y en la vida.


