Esta es la historia de una pluma nacida del amor que comenzó en silencio y pasó de cuadernos «concha e coco» a Amazon.
ÁNGEL MIGUEL PÉREZ MARTÍNEZ
La historia de este escritor no comienza con un teclado ni con talleres de creación literaria. Comienza mucho antes, en casa, con un legado silencioso.
Su padre, un hombre de letras de memoria prodigiosa, le heredó sin saberlo el amor por la palabra. De él aprendió que la escritura podía ser poesía, cuento, canción costumbrista o soneto, aunque no lograra nunca imitar esa capacidad de recitar de memoria lo escrito. También heredó su amor por la ópera, el fútbol… y la sensibilidad.
Fue el amor, en su versión más pura y adolescente, el que empujó por primera vez a escribir a Rodolfo Elías Bolaño Flórez. Las primeras mariposas en el estómago no solo revolotearon en su pecho, sino que terminaron posándose en las páginas de un viejo cuaderno «concha e coco». Allí plasmó sin filtros lo que sentía, sin imaginar que aquellos escritos tendrían público.
A los 19 años, en Barranquilla, donde estudiaba Publicidad y Diseño Publicitario, sus compañeros de clase se convirtieron en sus primeros lectores. Se asomaban con curiosidad a su cuaderno, lo leían con avidez y hasta lo “secuestraban” por días enteros. Entre ellos, una joven con especial sensibilidad por las letras, Adriana Acosta, quien años después se convertiría en su “madrina literaria”, una chispa clave en su camino creativo.

Rodolfo Elías Bolaño Flórez, escritor colombiano. //Cortesía.
Más adelante, la vida lo llevó a Caracas, Venezuela. Entre la soledad, el silencio obligado y el vaivén político del país, su pluma encontró refugio. Escribía sin firmar, sin publicar, en voz baja, como quien resguarda una verdad íntima entre las sombras de la gran ciudad. También puedes leer: IV Feria del Libro de Sucre 2025 en Sincelejo.
De regreso a Colombia, cambió los trazos del diseño por las teorías de la mente. Estudió Psicología y allí descubrió algo revelador: la escritura no solo comunica, también sana. En ese proceso introspectivo, le escribió incluso a Dios, reclamando, llorando en tinta y fe. Esos textos aún permanecen guardados, esperando el día en que vean la luz.
Y entonces ocurrió el reencuentro. Su madrina de letras lo contactó y le preguntó si aún escribía. Él respondió que sí. Fue ella quien lo animó a unirse a una plataforma de escritura, una app que no le llamó la atención al principio. Pero su insistencia dio frutos. En julio de 2016, con la ayuda de algunos compañeros, abrió una cuenta en Twitter —hoy X— y comenzó a compartir lo que escribía. Desde entonces no ha parado.

Rodolfo Bolaño, creador de Sublimaciones. //Cortesía.
En esa red vivió experiencias únicas, algunas difíciles de explicar. Algunas le dejaron heridas, otras certezas. Pero todas lo convencieron de que estaba haciendo algo distinto, algo que tocaba fibras. En 2023, participó en un concurso de la Casa de la Cultura de Sincelejo y obtuvo el segundo lugar. Intentó, además, ser parte de un recital de poesía, aunque no fue admitido por cuestiones de protocolo que respetó con elegancia.
La pandemia, por su parte, lo llevó hacia los cuentos. Escribió catorce en borrador y sigue en la búsqueda de nuevas historias que merezcan ser contadas.
Mientras tanto, hoy su proyecto más cercano es también el más ambicioso: SUBLIMACIONES, un libro que acaba de ver la luz en formato virtual a través de Amazon. Su madrina de letras reapareció con una propuesta concreta: ayudarle a diseñarlo, maquetarlo y publicarlo, primero digital, luego en físico. El sueño de todo autor: ser leído, cruzar fronteras, conectar. Y como es apenas lógico, Adriana Acosta, hizo el prólogo de este poemario.

Portada y contraportada de Sublimaciones del escritor Rodolfo Elías Bolaño Flórez. // Cortesía.
Esa es su historia. Una historia escrita con tinta emocional, con vivencias, rupturas, soledades y reencuentros. Una historia que no termina, porque mientras haya palabras por escribir, él seguirá llenando páginas… y corazones.


