Now Reading: Sabaneros quieren coronarse en el Festival Vallenato

Loading

Sabaneros quieren coronarse en el Festival Vallenato


 

Una de las más antiguas disputas, que crecieron a la par con el Festival de la Leyenda Vallenata, tiene que ver con la rivalidad que existe entre los músicos sabaneros (pertenecientes a Córdoba, Sucre y Bolívar) y los del Valle de Upar (Guajira, César y Magdalena).

El poder de convocatoria de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata se hace sentir nuevamente y las cifras de inscritos para el 49° Festival  de la Leyenda Vallenata en homenaje a Emiliano y Poncho, Los Hermanos Zuleta, así lo señalan con relación al año anterior.

Desde el 15 de febrero hasta el dos de abril del presente año estuvieron abiertas las inscripciones para los concursos de acordeón profesional, aficionado, juvenil e infantil, piqueria, canción vallenata inédita y piloneras, y desde distintos puntos de la geografía nacional y del exterior contestaron presente para continuar exaltando el folclor y dándole la mayor trascendencia al Festival de la Leyenda que es el evento de mayor trascendencia para conservar y promocionar la auténtica música vallenata.

Las cifras que arrojan las inscripciones de sabaneros para los concursos del 49° Festival de la Leyenda Vallenata son las siguientes:

Acordeoneros

Ver Piqueria, 75

Canción Vallenata Inédita:

Grupos de Piloneras:

Sabaneros vs Vallenatos

Muchos creen que toda la música del norte de Colombia y del Caribe colombiano se llama genéricamente música vallenata, y por ello, asocian el acordeón como instrumento hecho para interpretar únicamente la música vallenata. No es verdad. Los que creemos en espíritus colectivos, reconocemos que en el norte de Colombia se manifiestan dos grandes espíritus musicales: el Espíritu Sabanero y el Espíritu Vallenato.


Espíritu vallenato

Las fronteras espirituales de este aire fantástico inician en el occidente de la Sierra del Perijá venezolano, pasa por el Sur de la Guajira y el Norte y Centro del Cesar llegando a instalarse hasta el Sur del Magdalena. Los principales ritmos que logran interpretar este espíritu musical son: el paseo, la puya, el merengue, el son, el chicote y el pilón. Los instrumentos necesarios para lograrlo son: el acordeón, la caja y la guacharaca. También la guitarra pudo, siendo la primera, develar la silueta musical de este espíritu rítmico.

El vallenato, sin embargo, no es un ritmo, sino un gentilicio. Inicialmente fue un término despectivo que utilizaban los encopetados del Alto Magdalena contra los habitantes de Valledupar y la gente de su alrededor, por motivo de una epidemia que afectó la piel de los habitantes del Valle que producía un Carate de pigmentación blanca y negra y los samarios les pareció que era como la piel del hijo de la ballena.

Luego el nombre fue asociado a Valledupar y hasta hoy llamamos también vallenatos a los habitantes de esa zona del país. Este bello espíritu ha sido tan impresionante en quienes lo disfrutan, que con su difusión lograron romper sus fronteras espirituales, llevándolo a muchos rincones del mundo.

En el siglo XX el vallenato alcanzó su primera madurez, gracias al trabajo constante de sus virtuosos creadores y a la efectiva gestión de sus más célebres embajadores. En la política el embajador fue el expresidente Alfonso López Michelsen y su esposa Cecila Caballero; en la literatura, Gabriel García Marquez; en el periodismo Daniel Samper Pizano; en la interpretación Carlos Vives y como representante de los juglares, Rafael Escalona, que era el más culto, porque era bachiller y fue guiado musicalmente por Enrique Pumarejo.

Rafael Escalona encontró la justa media del lenguaje vallenato y esto hizo que toda su obra literaria fuera memorable. En la construcción administrativa, “La Cacica,” Consuelo Araújonoguera, fundó con ellos una sede cultural y el gran Festival de La Leyenda Vallenata, y pudo condensar toda esta riqueza musical para que fuera aprovechada por los creadores y por toda la región, rescatándola de la dolorosa volatilidad económica y cultural en que vivía.

No podríamos nombrar todos sus creadores, ni diferenciar correctamente los intérpretes musicales, de los autores y los cantores, pues en sus comienzos se debían integrar las tres virtudes para ser escuchado y, tal vez, lograr recibir alguna retribución económica por la demostración artística. Fueron y son pilares del vallenato: Emiliano Zuleta Baquero, Rafael Escalona, Alejo Durán, Nicolás “colacho” Mendoza, Abel Antonio Villa, Guillermo Buitrago, Francisco Rada, Juancho Polo Valencia, Bienvenido Martínez, Toño Salas, Carlos Huertas, Lorenzo Morales, Luis Enrique Martínez y Leandro Díaz, entre otros.

Siendo Leandro Díaz un poeta primitivo, ciego de nacimiento, ignorante de las estructuras académicasde la música, crea esto verso musicalizado que hace reventar las leyes establecidas de la música, las cuales, al verse rebasadas, con “Matilde Lina”, no les queda más remedio que acogerlo como uno de los suyos. Fragmento:

“Este paseo es de Leandro Díaz/
Pero parece de Emilianito
Tiene los versos muy chiquiticos/
Y bajitos de melodía.
Tiene una nota muy recogida/
Que no parece hecho mío
Y era que estaba en el río/
Pensando en Matilde Lina (bis)”.

En la segunda generación de grandes intérpretes musicales aparecen: Israel Romero, Egidio Cuadrado y el “Cocha” Molina. De los autores y cantores sobresalen Jorge Oñate, Los hermanos Zuleta, Beto Zabaleta, Omar Geles, Iván Villazón, Gustavo Gutiérrez y el gran Diomedes Díaz. El vallenato es esencialmente un ritmo creado para contar historias cantando, con una fuerte carga de lirismo y romanticismo. Su origen campesino indica por qué no es para bailar.

Antes de hablar del espíritu sabanero debo decir que en litoral, Santa Marta, Barranquilla, Cartagena, La Sierra y sus alrededores confluyen otros aires, que aunque figurativamente son más pequeños, son a la vez, más variados. Por ahora exaltemos la fusión que se presenta con los aires africanos, árabes, turcos, libaneses, y de toda la música del Caribe que la influye profundamente.

Basta mencionar a Joe Arroyo, Wilson “Manyoma”, Morgan Blanco, Isaac Villanueva, Chelito de Castro, Petrona Martínez, Totó la momposina , Adolfo Echeverría, Alci Acosta, Wilson Choperena y el académico cordobés Francisco Zumaqué quien recoge todo el aire del litoral; para entender el valor cultural de estas expresiones artísticas. José Barros, Pacho Galán y Lucho Bermúdez, tienen espacio aparte. Ellos hicieron del clarinete un rey, y de la cumbia, el edicto que ordenaba mover las caderas.

Espíritu sabanero

Tiene sus fronteras espirituales en Córdoba, Sucre y el Sur y Centro de Bolívar. Aunque lo reconocen más de treinta ritmos, lo manifiestan especialmente la cumbia, el porro, la gaita y el chandé. Tiene carácter festivo y por ello involucra otros instrumentos como la timba, las maracas y la gaita colombiana.

Sus representantes principales son y fueron: Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa, Lisandro Meza, Eliseo Herrera, Rubén Darío Salcedo, Aníbal Velásquez, Cesar Castro, “Chico” Fernández; creadores de los “Corraleros de Majagual” o lo que yo llamo: La Universidad de la Música Sabanera. Ellos con Andrés Landero, “Toño” Fernández, Adriano Salas Manjarrés y Adolfo Pacheco, son los Decanos de la música tropical sabanera. La segunda generación de autores y de intérpretes de la música sabanera la lideran: Joche Meza, César y Rolando Ochoa, “Juancho” de la Espriella, John Salcedo, William Torres, Ever Sierra, Manuel Vega, Julio Cárdenas, Armando Prasca, Luis Alberto Prado y el estructurado “Chane” Meza.
En las mujeres sobresalen Aglae Caraballo, Mayté Montero y Adriana Lucía.

Adolfo Pacheco

Debido a la decisión que tomaron en Valledupar de fundir la música de acordeón en una sola y llamarla música vallenata, este formidable juglar de San Jacinto crea uno de los hitos musicales más memorables de la música sabanera y lo presenta en Valledupar con su compadre Ramón Vargas, proponiendo algoinédito: una piquería pacífica entre los ejecutantes de los dos espíritus. Una piquería que reconozca los marcadores culturales de las dos regiones, pero que sea capaz de sentar en una misma hamaca al pueblo del Valle y al de la Sabana. “La hamaca grande”

“Compadre Ramón/
Le hago la visita
Pa´que me acepte la invitación/
quiero con afecto
Llevar al Valle en cofre de plata/
una bella serenata
Con música de acordeón (bis)
Con notas y con folclor/
De la tierra de la hamaca”.
…Y llevo una hamaca grande/
más grande que el Cerro e´ Maco
Pa´que el pueblo vallenato/
meciéndose en ella cante”.

Cada año se realiza en Cartagena el Festival de La Hamaca Grande, cuyo nombre hace honor a la canción de Adolfo Pacheco, su himno.

Alfredo Gutiérrez

Juglar sabanero de origen cesarense. Es un artista inconmesurable; interpreta con maestría los aires de las dos regiones y su ejecución es catalogada como magistral.

Ha sido tres veces rey vallenato y fue de los primeros en desbordar las fronteras con la música de acordeón. Su maestría no sólo radica en sus virtudes creativas e interpretativas, sino que involucra en su representación un lenguaje kinésico, absolutamente original, impartiéndole la singularidad y belleza estética que busca todo gran creador.

Rubén Darío Salcedo

Salí del Museo de arte de Sincelejo acompañado del maestro Salcedo, tomamos un taxi en dirección a su casa, y el taxista al identificarlo empezó a cantar sus canciones: Ay Helena y Ojos verdes.

El maestro musical sonreía, fue un momento muy bello y particular. Es creador de ritmo “el pasebol” que fusiona la música de acordeón con el bolero; es el autor, además de otras cuatrocientas canciones, del himno de feria más importante del norte de Colombia: “Fiesta en corraleja”.

“Ya viene el veinte de enero/
La fiesta de Sincelejo
Los palcos engalanados/
La gente espera el ganado
Esta sí es la fiesta buena/
La fiesta de corraleja”.

Lisandro Meza

Rey sabanero del acordeón. Este juglar incomparable ha grabado más de ciento veinte disco donde sobresalen temas como: Soledad, Estás pilla´o, La cumbia del amor, Hace un mes, Parapolítico no y El hijo de Tuta. Gracias a los buenos oficios de Joche Meza, su hijo y heredero musical, pude entrevistarme con el juglar en su casa de Los Palmitos (Sucre), en la vía a Cartagena, y disfrutar del delicioso cafecito caliente de “La Niña Luz”, su esposa, doña Luz Domínguez.

Lisandro Meza añade a su creatividad y a su inagotable energía, abundantes recursos paralingüísticos, con composiciones de elementos cuasi-léxicos, parece un enredo, pero lo hacen único. Observemos un poco de ello en esta canción de despecho, “Baracunatana”:


“Por eso, tu eres/
Turuncunocolo, locurucutu,
Mulata, cucharambí/
Baracunata, baracunatana,
Y con el mono de la moto/
Eran nueve que tenía
Y te ponían serenata”.

Calixto Ochoa

Falleció en Sincelejo el 18 de noviembre del 2015. Hoy decimos como dijo Juancho Polo Valencia en su gran lamento cuando perdió a su “Alicia adorada”: ¡Ay hombe! Perdió Colombia uno de sus más grandes tesoros musicales. Nació en Valencia de Jesús (Cesar), vivió la mayor parte de su vida en Sincelejo (Sucre). Fue el juglar más prolífico del norte de Colombia; grabó más de mil canciones, entre ellas: El africano, Lirio rojo, La medallita y El pirulino.

Como Alfredo Gutiérrez, Calixto Ochoa podía mover su alma sensible entre los dos espíritus predominantes de la música de acordeón. En 1970 fue proclamado en Valledupar como rey vallenato, siendo a la vez, uno de los más insignes juglares sabaneros.

Padeció en sus últimos años una molesta enfermedad renal que logró detener un tanto su trabajo creativo; esta situación no fue impedimento para que me concediera el privilegio de compartir con él una tarde inolvidable en la terraza de su casa, escuchando sus canciones al son de las palmas, gozando de la generosa hospitalidad de su dulce esposa Dulsaide del Rosario, y la de su hijo. Escribió Calixto Ochoa el himno musical más grande de la música de acordeón, logrando con él, asimilar, sin sobreponer ninguno, toda la apropiación creativa y la belleza de la poesía musical que se manifiesta en el espíritu vallenato y en el espíritu sabanero: “Los sabanales”


“Cuando llegan las horas de la tarde/ Que me encuentro tan solo/
y muy lejos de ti
Me provoca volvé a los guayabales/
De aquellos sabanales donde te conocí”

Andrés Landeros

Exponente sabanero no consiguió nunca coronarse sobre la Tarima Francisco El Hombre, donde se miden los acordeoneros. Perdió ante Nicolás Colacho Mendoza, de la región anfitriona. Sobre este episodio, el compositor Adolfo Pacheco Anillo dijo en una entrevista, consignada en el libro Mochuelos cantores de los Montes de María la Alta:.

Qué frustración tan grande! Lo derrotaron porque Consuelo Araujonoguera (fundadora del Festival) quería demostrarle a la gente (…) que el vallenato era de Valledupar y que de ahí se exportó al Magdalena y a la sabana (…). Ella lo dividió en vallenato vallenato, vallenato bajero y vallenato sabanero. Ella quería que estuvieran los dos (Landeros y Colacho ) para demostrar que lo sabanero era inferior a lo de allá, donde estaban los mejores ejecutores del acordeón.

La queja resume el reclamo que músicos y pueblos de la sabana le hacen al Festival de Valledupar. Sus defensores esgrimen que Alfredo Gutiérrez, también de Sucre, se coronó rey vallenato tres veces y que ha sido el único. Pero Alfredo Gutiérrez dice que, él mismo es la excepción que confirma la regla. En todas las épocas se ha sentido el celo -declara-. No digamos que el Festival ha maltratado a los sabaneros, porque no habría ganado yo. Pero sí pueden evitar que un sabanero gane, lo hacen.

Entonces recuerda que a Lisandro Meza, nacido en Sucre, lo llamaron El rey sin corona . Era 1968 y el público protestó porque no llegó ni siquiera a la final. Ganó Colacho .

Es una discusión larguísima que puede remontarse a la entrada del acordeón a Colombia. Los unos dicen que fue por Riohacha, los otros que entró por el Magdalena -explica la antropóloga Gloria Triana, que ha sido jurado en el Festival-. El hecho de que se haya impuesto el criterio de Valledupar tiene que ver, sobre todo, con el establecimiento del Festival, que la convirtió en la capital del género. Tiene que ver con el bautizo del género, que fue producto de la industria discográfica, que agrupó con el nombre de vallenato lo que antes se distinguía por sus diferentes aires, se decía: tóqueme un son, una puya o un merengue , ritmos que existían aún antes de la llegada del acordeón .

Valledupar se defiende.

Músicos como Félix Carrillo Hinojosa explican que la región sabanera tiene más fuerza en ritmos no vallenatos como el porro, la cumbia y el fandango. Sostienen que el vallenato les llegó por migración y que, al llegar a los festivales, corren el riesgo de fandanguear las puyas , cosa que daña el ritmo. Los sabaneros que se han coronado reyes vallenatos han tenido que pasar largas temporadas en nuestra región aprendiendo el ritmo y acomodándose antes , explica Carrillo.

Esto, confirmado por Alfredo Gutiérrez, es una prueba más del respeto que se creó hacia el veredicto del público valduparense, que ha defendido con fortaleza la pureza de su folclor.

Hay puntos conciliadores, Aniceto Molina, sabanero, admitía que hay rivalidad y a la vez, no la hay, porque los sabaneros están siguiendo siempre la música vallenata que es del Valle de Upar. Cada quien tiene lo suyo. Los de Valledupar valoran mucho lo que tienen. Pero, nosotros, los sabaneros no le damos el valor a nuestra música que es tan importante, a nuestra cumbia por la que identifican a Colombia, a nuestro porro. Un sabanero te toca desde el paseo a la charanga, es completísimo musicalmente. El descontento no debería provenir de la figuración en el Festival .

Reyes de todas partes.

Lo cierto es que el día en el que Consuelo Araújonoguera, el ex presidente Alfonso López Michelsen y el compositor Rafael Escalona pusieron en marcha el Festival de la Leyenda Vallenata, consagraron no solamente a los artistas, elevaron a Valledupar y a su gente como el templo y juez de esta música. Le dieron un sostén de difusión y fortaleza a su folclor.

Acerca de la supremacía de Valledupar y la rivalidad que genera, Cecilia Monsalvo, la directora del certamen concluye: Tenemos cadencias diferentes -explica-. Existe una sana competencia musical en la que han ganado varios sabaneros: Julio Rojas (1994), Freddy Sierra (1995), Julián Rojas (1991). Es lógico que el público tenga predilección por los artistas de su región. Sin embargo, ha habido hasta un rey sanandresano. Por qué el estilo sabanero no tiene la difusión del estilo vallenato? Quizás porque le hizo falta un Rafael Escalona, una Consuelo Araújonoguera y un presidente Alfonso López crearan un festival allá .

Por: Alexánder Granada R – Liliana Martínez Polo

Deja tu Comentario

svg
Quick Navigation
  • 01

    Sabaneros quieren coronarse en el Festival Vallenato

Abrir chat
1
¿En qué podemos ayudarte?
Hola!

¿En què podemos ayudarte?