El esloveno arrasó en la cronoescalada de 10,9 km con un tiempo brutal de 23 minutos.
ÁNGEL MIGUEL PÉREZ MARTÍNEZ.
Fue un reto escalofriante: 10,9 kilómetros de cronoescalada entre Loudenvielle y Peyragudes, con rampas que alcanzaron el 16 % en el tramo final. La tensión fue real: un duelo individual contra la montaña y contra el reloj.
Tadej Pogačar volvió a hacerlo. Cubrió el recorrido en 23 minutos exactos, dejando atrás a todos sus rivales. Le sacó 36 segundos a Jonas Vingegaard y superó por 1 minuto y 20 segundos a Primož Roglič.
Fue su cuarta victoria de etapa en este Tour y su vigésimo primer triunfo en Grandes Vueltas. Con esa ofensiva letal, Pogačar agrandó su ventaja en la clasificación general: ahora lidera con 4 minutos y 7 segundos sobre Vingegaard y deja a Evenepoel tercero, a casi 7 minutos y 24 segundos.
La lucha por el maillot amarillo dejó de ser un espejismo. Pero también reabrió un viejo debate: el dopaje. Y con él, la pregunta que incomoda al pelotón y a los aficionados:
¿Puede existir, de forma natural, un ciclista superior en todos los terrenos, incluso por encima de los especialistas en crono, montaña, velocidad… e incluso en los embalajes?
Por ahora, Tadej Pogačar festeja. Y se consolida como el nuevo «caníbal» del ciclismo mundial.


