Él hablaba del arte como un camino de trascendencia, y que tú lo recuerdes así — con una crónica escrita desde el alma — es justamente lo que mantiene viva su llama.

Por Ángel Miguel Pérez Martínez.

Despierta Medellín bajo una llovizna tenue, como si el cielo templara cuerdas invisibles. Hoy es 26 de octubre, y el viento lleva un rumor que atraviesa montañas y corazones: “Vive quien es recordado.”

Las redes, los bares, las guitarras en los garajes y las voces que aún se alzan con fuerza repiten el mismo nombre: Elkin Ramírez. El maestro, el poeta, el Titán: fundador, líder y vocalista de Kraken.

No hay silencio que pueda contener su eco. En cada esquina donde alguna vez sonó “Frágil al viento”, parece que el aire aún vibra con su timbre inconfundible, ese grito que no era de rabia sino de vida.

I

Recuerdo la primera vez que lo vi sobre un escenario. Era como ver a un guerrero mitológico hablando de amor, dignidad y sueños imposibles.
Mientras otros cantaban la noche, él invocaba la aurora.
Sus letras no eran canciones: eran manifiestos de alma.
Decía “No me hablen de dolor, que vengo de las sombras”, y de repente entendías que el rock no era solo ruido, sino resistencia, belleza, poesía.

Elkin no dirigía una banda: guiaba una hermandad.
A sus músicos los trataba con un cariño que desarmaba. Los llamaba hermanos, compañeros de ruta, custodios del fuego.
Sabía que una banda no es un grupo: es un pacto.
Y él cumplió el suyo hasta el último acorde.

II

Hoy, en su cumpleaños, las guitarras se afinan solas.
En Sincelejo, Bogotá, Bucaramanga o Cali, alguien reproduce “Vestido de cristal” y cierra los ojos.
Una madre que fue fan en los ochenta le enseña a su hijo quién fue ese hombre de voz de trueno y mirada noble.
Un grupo de músicos ensaya y dice “hagámoslo por Elkin”.
El club de fans escribe: “Maestro de vida, el cielo celebra contigo hoy.”
Y sí, quizás allá arriba también haya un concierto, con un público infinito y una estrella que lleva su nombre.

III

Cada 26 de octubre, Colombia entera parece tener su propio festival íntimo.
No hay decreto ni firma oficial, pero el Día del Rock Nacional se celebra con el corazón, con los que aún creemos que el arte salva, que la música cura, que el legado de Elkin Ramírez sigue respirando en cada nota.

Él no está muerto.
Está en las voces que repiten sus versos,
en los músicos que se forman bajo su sombra,
en las lágrimas que caen al escuchar “Lenguaje de mi piel”,
en cada intento de soñar sin miedo.

IV

En una entrevista dijo una vez:

“Quien deja arte, deja vida.”

Y esa frase hoy suena más cierta que nunca.
Elkin dejó vida en cada palabra, en cada consejo, en cada abrazo que dio a sus músicos, a sus amigos, a los jóvenes que veían en él un faro.
Fue maestro, amigo, poeta, líder…
y, sobre todo, un hombre que amó profundamente.

Por eso, en este 26 de octubre, mientras las nubes se abren y el viento parece murmurar su nombre, el rock colombiano se pone de pie.
Brindamos por ti, Titán.
Por tu fuego que nunca se apaga,
por tu voz que sigue guiando nuestras tormentas,
por tu enseñanza inmortal:
que el arte y el amor son la misma fuerza.

Elkin Ramírez — 1962 · ∞
El rock colombiano tiene día, tiene voz y tiene nombre.

Henry Borrero, Milton García, Elkin Ramírez, Daniel Pacheco y Julián Ortiz, Kraken, en 1996. Foto: Olga Lucía Jaramillo.

Crónica conmemorativa — 26 de octubre, Día del Rock Nacional

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